lunes, 17 de marzo de 2014

Mirar fijamente a los ojos no es la mejor manera de convencer.

En el imaginario popular se ha asentado la idea de que mirar directamente a los ojos es una excelente estrategia para convencer a una persona. Sin embargo, ahora una investigación realizada en las universidades de Harvard y Columbia ponen en duda que el contacto visual directo sea la mejor manera para influir sobre alguien. De hecho, afirman que en algunos casos podría ejercer el efecto contrario.

En el estudio, los investigadores les pidieron a los participantes que viesen un vídeo de una persona que hacía referencia a determinados argumentos políticos. A un grupo se le pidió que mirara directamente a los ojos del orador mientras que al otro grupo se le dijo que evitarán el contacto visual y se centraran en los movimientos de la boca. 

Asombrosamente, quienes establecieron el contacto visual se mostraron menos convencidos con las razones del orador. Y lo más curioso es que mientras más prolongado era el contacto visual, menos convincentes resultaban los argumentos.

Por tanto, estos resultados sacan a colación el hecho de que el contacto visual puede enviar diferentes tipos de mensajes, que varían en dependencia de la situación. Es decir, en ciertas ocasiones mirar directamente a los ojos puede ser un signo de conexión y confianza pero otras veces se puede asociar al dominio y la intimidación, sobre todo cuando existe una confrontación. Como resultado, las personas reaccionarían parapetándose detrás de su postura y cerrándose a argumentos diferentes.

Entonces, ¿qué hacer?

Cuando sabes de antemano que el público es reacio a las ideas que quieres transmitirle, lo mejor es no buscar insistentemente el contacto visual. No rehuyas la mirada cuando vuestros ojos se encuentren porque eso denotaría falta de confianza pero tampoco te esfuerces por captar su mirada. Lo ideal sería establecer ese contacto visual solo cuando el público comienza a ser receptivo a tus argumentos.

Una posible explicación a este fenómeno sería que en situaciones de confrontación percibimos el contacto visual como una forma de agresión, un intento de dominación, y respondemos defendiéndonos, lo cual significa replegarnos sobre nosotros mismos. De hecho, los investigadores afirman que el contacto visual es algo tan primitivo que tampoco les asombraría descubrir que hace detonar una serie de respuestas inconscientes y cambios a nivel fisiológico que nos pueden poner a favor o en contra de un argumento.


Fuente: Chen, F. S. et. Al. (2013) In the Eye of the Beholder. Eye Contact Increases Resistance to Persuasion.Psychological Science; 24(11): 2254-2261.

miércoles, 5 de marzo de 2014

¿Cómo afecta la falta de sueño a nuestro cerebro?

La falta de sueño incide sobre nuestro cerebro y puede provocar desde demencia hasta obesidad, patologías metabólicas e incluso, en los casos más extremos, la muerte. En nuestro día a día, la privación del sueño se manifiesta retardando nuestra reacción ante los estímulos, alterando nuestra capacidad de raciocinio y provocando dificultades para concentrarnos en aquellas tareas que nos resultan monótonas. Diversos estudios han demostrado además que el sueño deteriora nuestro rendimiento en las pruebas de memoria y afecta profundamente nuestra capacidad de aprendizaje.


Induce comportamientos irreflexivos

Un estudio desarrollado en la Universidad de Minnesota, ha descubierto que la falta de sueño hace que nuestro cerebro se comporte como el de un adolescente. ¿Por qué? La razón es muy sencilla: la privación del sueño obstaculiza el funcionamiento de los lóbulos frontales, que son los principales responsables del juicio ejecutivo; o sea, la capacidad de prestar atención y tomar buenas decisiones.

Estos investigadores notaron que cuando las personas están muy cansadas y necesitan un sueño reparador, el flujo de sangre hacia las áreas de la zona frontal del cerebro es menor y las ondas cerebrales se mueven con mayor lentitud. Como resultado, se afecta nuestra capacidad para responder de forma asertiva ante los estímulos del entorno y es más probable que nos equivoquemos o que hagamos cosas que jamás nos hubiésemos atrevido a hacer.


Perdemos tejido cerebral

Un estudio muy reciente realizado en la Universidad de Uppsala, en Suecia, sugiere que la falta de sueño hace que perdamos tejido cerebral. Estos investigadores analizaron a 15 personas jóvenes y sanas, la mitad de ellos no durmió durante una noche y la otra mitad tuvo un sueño reparador de 8 horas. Al día siguiente, los investigadores les hicieron exámenes de sangre y lo que descubrieron fue asombroso.

En la sangre de las personas que no habían dormido, había concentraciones más elevadas de NSE y S-100B, dos moléculas que normalmente se encuentran en las neuronas y las células gliales. Este incremento del 20% en los niveles de NSE y S-100B hace pensar a los investigadores que la falta de sueño conduce a la pérdida de tejido cerebral. De hecho, en estudios anteriores ya se había podido apreciar que las personas que sufren una enfermedad neurodegenerativa presentaban niveles muy elevados en sangre de estas moléculas.

¿Por qué el sueño es tan importante para nuestro cerebro?

Durante un ciclo de sueño normal, los niveles de glucosa del metabolismo cerebral caen en un 30%, en comparación con el estado de vigilia. Esto se debe a que durante el sueño se reduce drásticamente la cantidad de información que nuestro cerebro procesa. Al contrario, cuando nos mantenemos despiertos en la noche, seguimos procesando esta información por lo que nuestro cerebro continúa consumiendo glucosa. 

¿Qué significa todo esto a nivel de metabolismo?

A grosso modo, el hecho de seguir despiertos demanda más energía, que nuestro organismo extrae de la glucosa. En ese proceso, que se denomina fosforilación oxidativa, se desprende una pequeña cantidad de subproductos que se conocen como especies reactivas del oxígeno (ROS). Obviamente, mientras menos durmamos, más especies reactivas del oxígeno produciremos y estas terminarán causando daños a las neuronas o incluso produciendo su muerte.

En este sentido, hace poco un estudio realizado en el Instituto Nacional de Trastornos Neurológicos y Accidentes Cerebrovasculares de Estados Unidos descubrió que mientras estamos despiertos y nuestro cerebro se mantiene activo, estos productos de desecho se van acumulando. Sin embargo, durante el sueño logramos deshacernos de ellos a través de una red de pequeños canales que corren a través del líquido cefalorraquídeo y que se encarga de llevar todas esas toxinas al hígado, donde se eliminarán por completo de nuestro organismo.

Por tanto, la falta de sueño no solo aumenta el volumen de productos de desecho del metabolismo cerebral sino que también nos impide eliminarlos. Por eso no es descabellado hipotetizar que la falta de sueño puede ser un factor determinante para la aparición de patologías neurodegenerativas como el Alzheimer, que no es más que la acumulación de placas producidas por la beta-amiloide, una proteína que comienza destruyendo las sinapsis y termina atacando a las neuronas.



Fuente: http://www.rinconpsicologia.com/2014/02/la-falta-de-sueno-como-afecta-nuestro.html

martes, 4 de marzo de 2014

Los cinco signos que indican que alguien ha sobrepasado tus límites.

Detectar cuando alguien ha sobrepasado un límite físico es muy fácil, hasta las personas más despistadas se percatan de ello. Sin embargo, los límites psicológicos son más sutiles y a menudo es más complicado darse cuenta de que alguien los está sobrepasando.


No obstante, el principal problema consiste en que la mayoría de nosotros no somos conscientes de nuestros límites en el plano emocional por lo que nos resulta complejo determinar con precisión cuando alguien se ha pasado de la raya. Para evitar un problema, solemos pasar por alto el incidente, lo cual significa que extendemos nuestros límites, a veces más allá de lo que sería recomendable.

Vale aclarar que extender nuestros límites no es algo negativo en sí. De hecho, las personas más creativas, inteligentes y sensibles se caracterizan por tener límites más flexibles y estar dispuestas a ampliarlos cuando sea necesario.

Sin embargo, hay ocasiones en las cuales debemos hacer valer nuestros derechos pues de lo contrario corremos el riesgo de que acaben sometiéndonos desde el punto de vista emocional. El primer paso consiste en aprender a detectar cuándo alguien está sobrepasando nuestros límites.


1. Justificas el mal comportamiento de la persona
Uno de los signos que indican que alguien puede estar traspasando tus límites son las excusas que utilizas para justificar su mal comportamiento. Se trata de un problema muy común en las relaciones de pareja, sobre todo cuando hay violencia de por medio, ya sea física o psicológica. La justificación típica suele ser: “Él es muy bueno conmigo, solo me trata mal porque está demasiado tenso con el trabajo”. O cuando dejas pasar una burla que te ha herido profundamente porque sabes que, en el fondo, esa persona “te quiere”.

Lo cierto es que aunque estemos seguros de que la otra persona nos ama, la violencia y otro tipo de comportamientos que nos causan daño no están permitidos y no se deben justificar. Debemos estar muy atentos porque los límites entre la comprensión y la sumisión son muy sutiles. Por tanto, la próxima vez que intentes comprender por qué una persona se comporta de cierta manera, asegúrate de que no estás inventándote una excusa para evitar una discusión y sentirte bien contigo mismo.

2. Te culpas por las cosas que salen mal
Si te culpas constantemente por las cosas que salen mal, ya sea en casa o en el trabajo, es muy probable que exista alguien en tu entorno que está violando tus límites. Asumir la responsabilidad por nuestras acciones es un acto loable pero no podemos cargar con las responsabilidades ajenas porque si lo hacemos, jamás resolveremos el problema, al contrario, estaremos contribuyendo a que se instaure.

Por ejemplo, si un compañero de trabajo se ha apropiado del éxito del proyecto que habéis hecho entre los dos, no debes pensar que es culpa tuya porque no supiste defenderlo en el momento de la presentación. Quizás es cierto que tienes problemas para hablar en público pero eso no significa que no hayas trabajado duro para llegar hasta ese punto y ese esfuerzo debe ser reconocido. Por tanto, esa persona está invadiendo tu espacio al apropiarse de un mérito que también es tuyo. No te culpes, lucha por lo que te corresponde.

3. Dudas de tu decisión al escuchar otro criterio
Si después de haber tomado una decisión, comienzas a dudar cuando escuchas el criterio de otra persona, es muy probable que ese amigo, colega o familiar esté intentando inmiscuirse en tus asuntos. Vale aclarar que cuando nos encontramos ante una encrucijada, es normal que consultemos a otras personas para escuchar su criterio. En ocasiones estos puntos de vista nos pueden hacer cambiar de idea y no hay nada de malo en ello. De hecho, se trata de un proceso enriquecedor.

Sin embargo, hay ocasiones en que las personas intentan manipularnos una vez que hemos tomado la decisión. El ejemplo clásico es el de los padres que afirman que apoyarán de manera incondicional a su hijo pero después cuestionan continuamente su decisión intentando que tome otro camino. 

4. No se tienen en cuenta tus opiniones
Si a menudo sientes que tus opiniones, deseos y preferencias no se tienen en cuenta, es probable que alguien esté sobrepasando tus límites. En las relaciones interpersonales es necesario negociar continuamente las decisiones. Aunque casi nunca somos conscientes de ello, lo cierto es que nos pasamos gran parte del día intentando lograr acuerdos. Algunos pueden parecer muy triviales, como la elección del restaurante o la película que veremos en el cine pero otros son más trascendentales, como la compra de la casa o la decisión de tener un hijo.

En una relación equilibrada, cada una de las partes debe esforzarse por satisfacer a la otra encontrando un punto medio que satisfaga a ambas. Sin embargo, hay ocasiones en que una de las personas impone su criterio y no tiene en cuenta las opiniones y preferencias del otro. Cuando se llega a ese punto, existe una clara violación de tus derechos como persona.

5. Te sientes “pequeño”
En los casos más extremos, cuando la persona ha soportado durante varios años que otro traspase continuamente sus límites, puede llegar a tener la sensación de que no es nadie, es como si su “yo” se difuminase. De hecho, eso es precisamente lo que ocurre.

Y es que nuestros límites psicológicos no solo sirven para indicarles a las personas hasta dónde pueden llegar en sus relaciones con nosotros sino que también nos determinan; es decir, nos identifican y nos diferencian de los demás. Por tanto, es usual que las personas que no son capaces de establecer límites saludables, sufran daños a su autoestima, vean como su abanico de intereses se reduce paulatinamente y, al final, se sientan perdidas.

¿Qué hacer cuando han cruzado tus límites?
Cuando te percates de que tus límites han sido quebrantados, debes decirlo con claridad. Expresa lo que piensas y cómo te sientes, deja clara tu posición al respecto para que en un futuro esa situación no se vuelva a repetir. Eso sí, considera que de nada vale enfadarse o hacer un drama, utiliza un tono relajado pero decidido. La idea esencial que debes transmitir es que no estás dispuesto a ceder en determinados puntos.

Fuente: http://www.rinconpsicologia.com/2014/02/los-5-signos-que-indican-que-alguien-ha.html

lunes, 3 de marzo de 2014

¿Dormir lejos de mamá afecta psicológicamente al bebé?

Cuando las parejas se separan quienes más sufren son los niños. Eso está más que comprobado. En el proceso se adjudica la custodia legal del menor y se establecen días para que el padre o madre no custodio pueda pasar tiempo con sus hijos. En estos asuntos legales se dice tomar en cuenta la estabilidad del menor pero, muchas veces ignoran cosas simples como las que voy a revelar a continuación.

Un grupo de investigadores de la Universidad de Virginia en Estados Unidos estudió el efecto que tiene para los bebés de 1 a 3 años el pasar una noche lejos de su mamá o cuidador. Estudiaron a 5 mil niños entre estas edades y cuyos padres vivían separados. Los resultados fueron sorprendentes.

Resulta que el 43 por ciento de los niños que pasaron varios días lejos de su mamá o cuidador principal mostraron mayor inseguridad que aquellos bebés que durmieron lejos con menos frecuencia (16%).

El estudio apunta a que, en sus primeros tres años de vida, el bebé crea un apego muy fuerte con su madre o cuidador principal y pasar noches lejos de ellos (en otro hogar) les provoca inseguridad. Sugieren que -en esa etapa- el bebé duerma en un solo hogar los siete días de la semana. Como papá y mamá están separados y ambos tienen el derecho de pasar tiempo con los niños, los investigadores mencionan que lo ideal es que el padre no custodio pueda pasar todo el día con ellos pero que, a la hora de dormir, lo regresen al lugar donde pernoctan con su cuidador principal.

Cuando leí esta información me transporté a mi infancia. Mis padres se divorciaron cuando tenía 9 años y mi hermano 4. Fueron momentos muy duros y se me hacía difícil tener que separarme de mi madre para irme todo un fin de semana con mi papá. Durante ese fin de semana me separaba de todo lo que me gustaba para compartir con mi padre (al que amo con todo el corazón). Poco a poco se fue acortando el tiempo que pasaba con él. Para mí era muy complicado tener dos camas, dos casas, dos familias. Esto fue así a pesar que ambos hicieron un esfuerzo heroico por llevarse bien y nunca dilucidar sus asuntos de adultos frente a nosotros. No me quiero imaginar si la historia hubiese sido otra.

También he escuchado historias de mamás que aseguran que sus bebés regresan inquietos luego de pasar un fin de semana lejos de su casa. Quizás en este estudio pueda estar la explicación.

Sería bueno que las cortes y ambos padres tomaran en cuenta este tipo de información a la hora de establecer custodia. No hablo de quitarle más derechos al papá o al no custodio sino de darle mayor seguridad al bebé que, en primera y última instancia, es quien tiene prioridad.


Fuente: http://custodiaenpositivo.blogspot.com.es/2014/01/dormir-lejos-de-mama-afecta.html

¿Cómo debemos actuar ante una pregunta inadecuada o indiscreta?

Estás cenando con unos amigos y, de repente, alguien te suelta una pregunta indiscreta, ruda o inadecuada. La comida se te queda trabada en la garganta, le miras y te preguntas cómo es posible que haya dicho tal cosa. Creo que es una situación bastante común por la que todos hemos pasado. ¿Por qué las personas hacen este tipo de preguntas? Y lo que es aún más importante, ¿cómo responderles?


Rebuscando en las causas que originan las preguntas inadecuadas

Una de las razones más evidentes por las cuales las personas hacen preguntas inadecuadas o rudas es que no se dan cuenta de ello. Por muy extraño que nos parezca, hay gente que no tiene mucha sensibilidad social y pueden sacarse preguntas debajo de la manga que están bastante fuera de lugar. Estas personas no se caracterizan precisamente por su empatía y no se dan cuenta de que sus comentarios o preguntas pueden herir tu susceptibilidad.

Otra posibilidad es que no compartan tus mismos valores. Por ejemplo, hay personas para las cuales hablar de sexo con desconocidos es algo perfectamente normal pero hay otras que consideran este tema un tabú. Si la otra persona no te conoce bien y no sabe cuáles son tus temas tabú, es probable que te lance una pregunta que consideras indiscreta o inadecuada.

Otra razón implica una postura de rebeldía. Es decir, la pregunta en realidad no es importante porque ha sido realizada con el único objetivo de decirte que comprende a la perfección lo que consideras socialmente aceptable pero no le interesa. En estos casos, se trata de un desafío.

Otro motivo es el simple enfado, ira u hostilidad hacia ti; sentimientos que pueden ser conscientes o inconscientes. Un ejemplo clásico es cuando tu pareja se siente celosa y te lanza preguntas rudas o inadecuadas delante de los demás. O cuando una persona siente envidia e intenta hacerte quedar mal. 

Finalmente, otro motivo que puede generar una pregunta inadecuada o ruda descansa en el mecanismo de identificación con el agresor. Es decir, la persona en vez de sentir simpatía con la víctima, se alía con el agresor y asume su postura. Como ella misma ha sido víctima en algún momento, asume el papel del agresor con los demás y les lanza estas preguntas que los pone en una posición incómoda. Obviamente, se trata de una actitud que se asume de manera inconsciente.

¿Qué hacer?

1. Mantén tus reacciones bajo control. Es normal mostrar un poco de sorpresa porque normalmente estas preguntas nos toman desprevenidos pero intenta controlar tus emociones porque mostrarte nervioso o avergonzado solo servirá para añadir una tensión innecesaria al asunto.

2. Tómate unos segundos para pensar lo que vas a responder. No te apresures en dar una respuesta, tómate tu tiempo para pensar qué vas a decir y si quieres responder a la pregunta. Recuerda que no estamos obligados a dar una respuesta. 

3. Sé honesto. La mentira nunca es buena consejera. Si vas a responder, di la verdad. Si no lo vas a hacer, simplemente sonríe y di algo como: "prefiero no responder a eso". No obstante, lo mejor es buscar alguna salida divertida, esto relaja las tensiones y ahoga la pregunta entre risas.


Fuente: http://www.rinconpsicologia.com/2014/02/como-actuar-ante-las-preguntas.html