Pasa hasta en las mejores familias. Si hay algo más típico en
estas fechas que el turrón, las luces o los villancicos son sin duda, las
discusiones familiares. Y con ello, la estructura de pareja puede tambalearse.
Hay veces que parece que la Navidad separa más que une. ¿O no?
"La Navidad no separa, lo que
hace es incrementar la negatividad de lo que ya no funciona o está roto. Muchos
problemas de pareja se magnifican en estas fiestas por la necesidad de convivir con
personas que tienen un sistema de vida diferente al suyo y con los que no
suelen estar, o bien están poco el resto del año", explica a EL MUNDO la
psicóloga Rosa Collado Carrascosa, especialista en Sexología y Psicoterapia
Integradora del Centro madrileño Álava Reyes Consultores.
Como en cualquier otra época del año
donde haya que tomar decisiones para encontrarse con la familia o incluso
convivir durante cierto espacio de tiempo, puede ser en sí misma "una circunstancia lo suficientemente
estresante que genere ciertas tensiones entre los implicados", asegura.
Los tipos de conflictos que suelen
darse son, sobre todo, de índole económico, de comunicación entre los miembros
de la familia y también en la propia pareja, problemas de tipo inter e
intrafamiliares o de carácter generacional. Y también, fundamentalmente,
aparecen problemas emocionales y psicológicos: la falta de seres queridos,
los sentimientos que a cada uno le suscite juntarse con la familia y las
expectativas que ponemos en las reuniones familiares. "Las fantasías
idealizadas que aparecen en nuestra mente que después difícilmente corresponden
a la realidad", apunta Collado.
Todos estos problemas suceden, según
la especialista, porque las fiestas demandan cubrir necesidades afectivas,
exponerse a reencontrarse con personas no queridas incluso con las que se
comparte cierta acritud y, tal vez nos exigimos demasiado: "Cumplir con la
suegra y toda su familia, tener a los niños más educados del planeta para
obtener la aprobación familiar y cubrir las necesidades de todo el que asista a
la celebración sin dejar de atender a todos los que no están y seguir
controlando todo lo demás".
Lo importante para saber manejar
estas situaciones es no crear altas expectativas de las reuniones familiares,
no exigirse demasiado y, sobre todo, para que estos pequeños conflictos no
afecten a la estructura conyugal o de pareja es importante tener, en estos
días, un espacio de intimidad para ambos, y ser flexibles el uno con el otro.
Para esclarecer mejor esto, la experta en psicología ofrece unos consejos
fundamentales.
Claves
para no discutir con tu familia
Claves
para no discutir con tu familia
- Deja de
idealizar las reuniones familiares como si fueran de película y afronta
objetivamente las dosis de realidad, es decir,
ajusta expectativas.
- Deja de
intentar controlar lo que va a ocurrir (bueno o malo) y desarrolla la
confianza en nosotros mismos.
- Intenta
positivizar la experiencia y céntrate en disfrutar y compartir.
- Ten en
cuenta que si te metes en conversaciones escabrosas, puede tener sus
consecuencias. Es mejor elegir temas neutros.
- Respeta
las dinámicas familiares de los parientes de tu pareja.
- Pide
ayuda y no te sobrecargues con deberías exigentes y limitadores.
- Negocia
las diferencias aportando soluciones realizables.
- Deja de
juzgar lo que no compartes y aporta ideas nuevas o rufuerza las que otros
aporten que te gusten.
- Intenta
transmitir buenos sentimientos.
- Reconfórtate
pensando con sentido del humor, que esto solo pasa una vez al año.
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